Jace agarró el cuerpo por el hombro y tiró de él. Éste se volteó, laxo y sin fuerza, los ojos castaños mirando sin vida hacia el techo. Jace sintió un nudo en la garganta. Era simon, y estaba blanco como el papel. Tenía un feo tajo en la base de la garganta, y también en ambas muñecas, dejando abiertas heridas irregulares.
Jace cayó de rodillas, sujetando aún el hombro de Simon. Pensó con desesperación en Clary, en su dolor cuando lo descubriera, en el modo en que le había apretado las manos entre las suyas, con tanta fuerza en aquellos dedos pequeños.
-Encuentra a Simon. Se que lo harás.- Y lo había hecho. Pero demasiado tarde.
Cuando Jace tenía diez años, su padre le había explicado todos los modos de matar a un vampiro. Clávale una estaca. Córtale la cabeza y préndele fuego igual que a una fantasmagórica calabaza ahuecada. Deja que el sol lo abrase hasta convertirlo en cenizas. O quítale toda la sangre. Necesitaban sangre para vivir, la necesitaban para funcionar, igual que los coches necesitaban gasolina. Contemplando la herida irregular de la garganta de Simon, no era difícil darse cuenta de lo que Valentine había hecho.
Alargó la mano para cerrarle los ojos a Simon. Si Clary tenía que verlo muerto, mejor que no lo viera así. Bajó la mano hacia el cuello de la camiseta de Simon, para subírsela y cubrir el corte.
Simon se movió. Los párpados temblaron levemente y se abrieron, los ojos se le quedaron en blanco. Luego emitió un borboteo, un sonido tenue, y echó los labios hacia atrás para mostrar las puntas de unos colmillos de vampiro. La respiración vibró en la garganta acuchillada.
A Jace le ascendió una sensación de náusea por la garganta mientras sus manos se cerraban con más fuerza sobre el cuello de la camiseta de Simon. No estaba muerto. Pero ¡Cielos!, el dolor debía ser increíble. No podía curarse, no podía regenerarse, no sin...
No sin sangre. Jace soltó la camiseta de Simon y se subió la manga derecha con los dientes. usando el extremo irregular del metal roto, se hizo un profundo corte longitudinal en la muñeca. La sngre afloró a la superficie. Soltó su improvisada arma, que golpeó el suelo con un sonido metálico. Podía oler su propia sangre en el aire, ácida y ferrosa.
Bajó la mirada hacia Simon, que no se había movido. La sangre descendía ya por la mano de Jace, y la muñeca le escocía. La sostuvo por encima del rostro de Simon, dejando que el líquido le goteara por los dedos y se derramara sobre la boca del muchacho. No hubo reacción. Simon no se movía. Jace se acercó más; ahora estaba arrodillado sobre él, su aliento lanzando blancas volutas al gélido aire. Se inclinó al frente y presionó la muñeca ensangrentada contra la boca de Simon.
-Bebe mi sangre, idiota -musitó-. Bébela.
Por un momento no sucedió nada. Entonces los ojos de Simon se cerraron con un parpadeo. Jace sintió una punzada aguda en la muñeca, una especie de tirón, una presión fuerte... y la mano derecha de Simon se alzó veloz y fue a cerrarse con firmeza sobre el brazo de Jace, justo por encima del codo. La espalda de Simon se arqueó abandonando el suelo, mientras la presión sobre la muñeca de Jace aumentaba a medida que los colmillos de Simon se hundían más profundamente. Un dolor agudo ascendió por el brazo del cazador de sombras.
-Ya está bien -dijo-. Ya está bien, es suficiente.
Los ojos de Simon se abrieron. Ya no estaban en blanco, los iris marrón oscuro se clavaron en Jace. Había color en las mejillas, un rubor intenso como una fiebre. Los labios estaban ligeramente entreabiertos, los colmillos blancos manchados de sangre.
-¿Simon? -dijo Jace.
Simon se levantó y se movió con una velocidad increíble, derribando a Jace de costado y rodando a continuación sobre él. La cabeza del cazador de sombras golpeó contra el suelo de metal, y los oídos le zumbaron mientras los dientes de Simon se le hundían en el cuello. Se retorció, intentando librarse, pero los brazos del otro muchacho eran como abrazaderas de hierro, inmovilizándolo contra el suelo, con los dedos clavándosele en los hombros.
Pero Simon no le hací daño, no en realidad, el dolor, que había empezado siendo agudo, fue perdiendo intensidad hasta convertirse en una especie de sorda quemazón, agradable como la quemadura de la estela en ciertas ocasiones. Una somnolienta sensación de paz se abrió paso por las venas de Jace, y éste sintió que los músculos se le relajaban; las manos que habían estado intentando apartar a Simon un momento antes ahora le apretaron más hacia él. Podía sentir el latido de su propio corazón, sentir cómo se aminoraba, el martilleo apagándose para convertirse en un eco más suave. Una oscuridad reluciente penetró furtiva por los bordes de su visión, hermosa y extraña. Jace cerró los ojos...
Y sintió una estocada de dolor en el cuello. Profirió un grito ahogado, y abrió los ojos de golpe. Simon estaba incorporado sobre él mirándole con ojos muy abiertos, ya la mano sobre su porpia boca. Las heridas habían desaparecido, aunque sangre fresca le manchaba la parte delantera de la camiseta.
Jace volvía a sentir el dolor de los hombros magullados, el corte en la muñeca, la garganta perforada. Ya no oía los latidos de su corazón, pero sabía que seguía golpeando en el interior del pecho.
Simon apartó la mano de la boca. Los colmillos ya no estaban.
-Podría haberte matado -exclamó, y había una especie de súplica en la voz.
-Y yo te lo habría permitido -repuso Jace.
Simon le miró fijamente, luego emitió un ruidito gutural. Rodó apartándose de Jace y se quedó arrodillado en el suelo, abrazándose los codos. Jace pudo ver las oscuras venas del muchacho a través de la piel pálida de la garganta, ramificándose en líneas azules y púrpura. Venas llenas de sangre.
*Mi sangre.* Jace se sentó en el suelo. Buscó torpemente su estela. Pasársela por el brazo fue como tirar de una tubería de plmo através de un campo de rugby. La cabeza parecía a punto de estallarle. Cuando terminó el iratze, recostó la cabeza contra la pared, respirando penosamente, mientras el dolor le abandonaba a medida que la runa curativa hacía efecto. *Mi sangre en sus venas.*
-Lo siento -se lamentó Simon-. Lo siento mucho.
La runa curativa ya hacía efecto. La cabeza de Jace empezó a despejarse, y el golpeteo del corazón aminoró. Se puso en pie con cuidado, esperando sentir un vahído, pero se sintió únicamente un poco débil y cansado. Simon seguía de rodillas, con la mirada clavada en las manos. Jace le cogió por la parte posterior de la camiseta, izándole.
-Deja de disculparte -dijo, soltando a Simon. -Y ponte en marcha. Valentine tiene a Clary, y no tenemos mucho tiempo.
Jace y Simon Capitulo 19 DIES IRAE
Cazadores de Sombras 2 Ciudad de Ceniza de Cassandra Clare.
oOlaa Tetsuu!!!, como me encanta CDS y en esa parte me quede asi de :O!! me gusta que escribas fragmentos de la historiaa!! y bueno que decir de Jace xD! saludossss!! xoxo
ResponderBorrarA mi tambien me encanto Jace Isabella, los fragmentos no siempre son de CDS pero si hay varios.
ResponderBorrarSaludos.