Bueno sin más a eh aqui la cita de esta semana.
Llegaron a su puerta, y Clary se apoyó en la pared junto a ella, alzando los ojos hacia Jace.
-Gracias por el picnic de cumpleaños -dijo, intentando mantener la voz neutra.
Él parecía reacio a soltarle la mano.
-¿Te vas a dormir?
-¿No estás cansado?
-Nunca he estado más despierto -contestó él, y su voz era queda.
Se inclinó para besarla, sujetándole el rostro con la mano libre. Sus labios se tocaron, levemente al principio, y luego con una presión mayor. Fue precisamente en ese momento cuando Simon abrió completamente la puerta del dormitorio y salió al pasillo.
Parpadeaba, estaba despeinado e iba sin lentes, pero podía ver bastante bien.
-¿Qué demonios? -inquirió, en voz tan sonora que Clary se apartó de un brinco de Jace como si su contacto la quemara.
-¡Simon! ¿Qué estás...? Quiero decir, pensaba que estabas...
-¿Dormido? Lo estaba -repuso él.
La parte superior de los pómulos se le habían enrojecido violentamente a través de su bronceado, como siempre le pasaba cuando se sentía violento o alterado.
-Entonces me he despertado y no estabas ahí, así que pensé...
A Clary no se lo ocurrió qué decir. ¿Por qué no había pensado que esto podría suceder? ¿Por qué no había dicho que fueran a la habitación de Jace? La respuesta era tan simple como horrible: se había olvidado completamente de Simon.
-Lo siento -dijo, no muy segura de a quién hablaba.
Por el rabillo del ojo, le pareció ver que Jace le lanzaba una mirada colérica; pero cuando le dirigió una ojeada, parecía estar como siempre: tranquilo, seguro de sí mismo, ligeramente aburrido.
-En el futuro, Clarissa -dijo-, podría ser prudente mencionar que ya tienes a un hombre en tu cama, para evitar situaciones fastidiosas como ésta.
-¿Le has invitado a tu cama? -inquirió Simon, anonadado.
-Ridículo, ¿verdad? -repuso Jace-. No habríamos cabido todos.
-No lo he invitado a mi cama -replicó ella con brusquedad-. Solamente nos estábamos besando.
-¿Solamente besando? -El tono de Jace se burlaba de ella fingiendo dolor-. Qué de prisa desechas nuestro amor.
-Jace...
Clary vio el brillo malicioso de sus ojos y no acabó la frase. No tenía sentido. Sintió un repentino peso en el estómago.
-Simon, es tarde -concluyó con voz cansada-. Siento que te hayamos despertado.
-También yo.
Volvió a entrar muy digno en el dormitorio, dando un portazo tras sí.
La sonrisa de Jace era suave como una tostada con mantequilla.
-Anda, ve tras él. Dale palmaditas en la cabeza y dile que todavía es tu amiguito superespecial. ¿No es eso lo que quieres hacer?
-Para -exclamó ella-. Para de comportarte así.
La sonrisa del muchacho se hizo más amplia.
-Así ¿cómo?
-Si estás enfadado, simplemente dilo. No actúes como si nada te afectara jamás. Como si jamás sintieras nada en absoluto.
-Quizá deberías haber pensado en ello antes de besarme -replico él.
Lemiró con incredulidad.
-¿Yo te besé?
Él la miró con malicia.
-No te preocupes -repuso-, tampoco ha sido tan memorable para mí.
Lo contempló alejarse, sintió una mezcla de ganas de echarse a llorar y de correr detrás de él para darle una patada en el tobillo. Sabiendo que cualquiera de esas acciones llenaría a Jace de satisfacción, no llevó a cabo ninguna, sino que volvió a entrar cautelosamente en el dormitorio.
Situación entre Clary, Jace y Simon. Capitulo 17.
Cazadores de Sombras 1 Ciudad de Huesos de Casandra Clare
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