La girándula se había averiado la fuente no daría espectáculo esa noche.
Como su madre ella lo impelía a dejar el hogar, aunque su corazón se rompería cuando se marchará.
Su derrota era algo con lo que él se refocilaría por muchos años.
Los años había demudado no solo su apariencia física, también su carácter.
Los había humillado, la ignominia era lo único que alguien como ella se merecía.
Era un fullero, siempre tratando de salirse con la suya.
Ella estaba inveterada a ese vestido, por todo lo que representaba.
Por mucho que lo embozará nada ocultaría el daño que él le había causado.
La casa tenía una decoración hortera.
La cuerda tenía un paternóster no podría zafarse con facilidad.
No se daba cuenta que con engreír de esa forma a su hija solo la haría insoportable a todos los demás.
Jamás había conocido a alguien tan infatuó, no quería nada que ver con él.
Era tan malhadado que ni la muerte se le acercaba para terminar con su miseria, morir sería una suerte.
Ahí estaba con otra de sus perogrulladas, era insoportable, no se daba cuenta de lo bobo y poco inteligente que se mostraba.
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